La semana siguiente a la que leí por primera vez el príncipe no pude dormir con tranquilidad, era cosa de que cerrara los ojos para echar una siestesita y se me venían sueños intranquilos con zombies por todos lados que me perseguían por la ciudad y despertaba como si hubiera estado corriendo la maratón.
La muy tonta me preguntaba ¿habré visto alguna película de terror últimamente o quizás anoche se me quedó la tele prendida en algún canal de acción y escuchaba gritos mientras dormía?... me costo darme cuenta que los que me atormentaban eran los Inferis del libro.
Tengo la certeza que por esos días debo haber sido muy molesta y de seguro cansé a más de alguno por hablar tanto de lo mismo (en especial a mi hermano), llegando a parecerme a la Profesora Trelawney con tanta teoría loca de lo que puede o no pasar en el 7º, a cada momento me asaltaban nuevas dudas y sobre cualquier comentario que alguien pudiera hacer o que yo escuchara sobre lo que pasa en Rengo o en Chile, lo terminaba comparando con alguna situación que haya pasado en los libros.
Todos estos recuerdos se me vienen a la cabeza porque estoy releyendo los libros de nuevo, así logro bajar un poco la ansiedad por la espera para ver la Orden, al mismo tiempo que organizo el viaje al cine con mis amigos, pero eso es otra historia.
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