Después de mucha espera ¡por fin llego el día de ir al cine!.
Vivo en Rengo, que es una ciudad muy chica en la mitad de la zona agrícola de Chile y como es de esperar no tenemos cine, así que cada vez que queremos ir a ver una película hay que viajar a Rancagua.
Eso no es un problema: solo hay que hacer trasbordo de micro o pagarle un poco más al colectivero para que deje directamente en las puertas del cine (que por cierto no queda exactamente cerca). Pero con Harry es otra cosa, somos tantos lo renguinos que queremos ver la película que no nos queda otra que contratar nuestro propio "furgón noctámbulo".
Costó más que dar 5 exámenes de TIMOS juntos: nadie coincidía en la fecha (que los exámenes en la U, la pega, los permisos, las notas en el colegio, etc), hubo conseguir medio de locomoción barato y lo suficientemente grande para todos, buscar alguien que se encarga de las platas y otro para que coordinara todo. Pero después de todo lo logramos y entramos cada uno abrigado con su bufanda de su casa.
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